Su padre y sus seis hermanos se consagraron a Dios en la abadía de Cîteaux, en Borgoña, Ombeline, hermana de san Bernardo de Claraval, en cambio, se casó con un señor y llevó una vida particularmente disipada y mundana.
San Bernardo* despierta en ella la conciencia decisiva que la lleva a la conversión tras haberse negado a recibirla un día en que llegó a visitarlo al monasterio con todo su séquito. Después de esos años de vida frívola, Ombeline siguió el ejemplo de sus hermanos y abrazó la vida monástica ingresando en los cistercienses de Jully-les-Nonnains, en Borgoña.
Los cistercienses no pertenecen canónicamente a la orden de san Benito, pero siguen su Regla. Entre ellos, la Virgen María es muy venerada. Todas las iglesias cistercienses están dedicadas a la Virgen de la Asunción.
Los cistercienses entendieron cuánto la Virgen María era modelo de apertura al misterio de Dios que da plenitud a la vida humana en Cristo.
Cada noche, en todo el mundo, los monjes y monjas cistercienses terminan el día cantando la Salve Regina. María está allí, con nosotros en nuestro "valle de lágrimas", "Madre de misericordia" que nos muestra a Cristo, Salvador de la humanidad entera.
Datos reunidos por Véronique Benz
Y: Enciclopedia Mariana
*San Bernardo (1090–1153), abad de Claraval, es un monje originario de la Borgoña, (región de Francia), reformador de la vida religiosa católica y doctor mariano de la Iglesia.