28 de enero – Italia: Nuestra Señora del Pueblo (1771) – Santo Tomás de Aquino

María, la Rosa sin espinas

«Rico en misericordia», Dios embellece a la criatura con las cualidades de la gracia. Se muestra aún más generoso cuando, por predilección soberana, la libra del pecado desde el principio de su existencia. Esto es lo que hizo por la Madre del Verbo hecho carne.

(…) «La Inmaculada Concepción representa la obra maestra de la redención obrada por Cristo, precisamente porque la fuerza de su amor y de su mediación hizo que su Madre fuera preservada del pecado original» (Benedicto XVI, Audiencia, 7 de julio de 2010).

La fe siempre había profesado la plena santidad de María. La liturgia honró su inmaculado nacimiento. La poesía cristiana, desde la antigüedad, admiró esta prerrogativa: «Como rosa tierna que sube en medio de afiladas espinas, sin tener nada en sí misma que hiera, así Santa María, Virgen nueva, al nacer del tronco de Eva, expió el crimen de la Virgen antigua» (Caelius Sedulius, Canto pascual, 2, 28-31). Los oficios medievales retomarán la imagen: «Fue engendrada como una rosa sin espinas» (Fulbert de Chartres, oficio para la Natividad de Nuestra Señora, antífona).

(…) En Occidente, la devoción al Inmaculado Corazón de María abrió el camino a la definición dogmática del beato Pío IX (1854). Mientras tanto, las apariciones en la calle del Bac (París) y en la gruta de Massabielle (Lourdes) sellaron el solemne magisterio. «Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que acudimos a ti». Las letanías de Loreto (Italia) incluyen ahora la invocación «María concebida sin pecado».

Abad Fernández

opusdei.org

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