Que no se hable más de tu ternura [Virgen María] si uno solo de los que la invocaron en la necesidad recuerda que ella le falló. (…) No faltan numerosos ejemplos para sustentar estas aseveraciones; son bien conocidos y están lo suficientemente extendidos como para que podamos omitirlos en aras de la brevedad.
Debe saberse con toda certeza que los muy frecuentes milagros, los innumerables beneficios, las visiones espirituales, las revelaciones celestiales, los sublimes consuelos de la Santísima Madre del Señor, resplandecerán continuamente en el universo, hasta que este mundo envejecido encuentre su fin, en la aurora del reino que no tiene fin.
San Bernardo de Claraval, doctor de la Iglesia, Sermón 2 sobre la Asunción y Homilía 8, La gloria de la bienaventurada Virgen.