El papa san Juan Pablo II es conocido por su constante e inquebrantable devoción a María a lo largo de su vida y papado. Había confiado todo su ministerio y la protección de su persona a María y tenía como lema: "Totus tuus".
La devoción mariana se explica de manera particular en el Tratado sobre la verdadera devoción a la Santísima Virgen escrito por san Luis María Grignion de Montfort, un libro que el joven Karol Wojtyla llevaba consigo a todas partes (incluso para trabajar en una fábrica de productos químicos).
Juan Pablo II afirmó que su amor a María procedía en parte de la inmensa obra de Grignion de Montfort sobre la consagración mariana y, sobre todo, de la revelación de que el amor de Jesús pasa por el amor de María y que el corazón de María nos lleva siempre a acercarnos a Jesús. La comprensión de esta verdad disipó sus dudas sobre la devoción mariana y lo animó a cultivar una relación rica, llena de confianza y completa con Nuestra Señora.
A menudo en conversación con ella y siempre con un rosario en la mano, llamó al Rosario «nuestro encuentro diario que ni yo ni la Virgen descuidamos».
Nuestra Señora no descuidó sus reuniones diarias, como tampoco se olvidó del Papa cuando este pidió su intercesión. El día del atentado del que fue víctima en 1981, se colocó una copia de la imagen de Nuestra Señora de Częstochowa en el lugar donde acostumbraba sentarse para dar su alocución durante la audiencia, mientras era trasladado de emergencia al hospital con graves heridas internas. Una ráfaga de viento volcó el icono polaco y, en el reverso, se pudo leer esta inscripción, escrita unas semanas antes: "Que Nuestra Señora proteja del mal al Santo Padre".
Juan-Pablo Il dijo más tarde sobre este evento: "Una mano apretó el gatillo y otra guio la bala".
Colleen Schena, 22 de octubre de 2022.
Fuente: relevantradio.com (adaptado y traducido)