Queremos dar testimonio de lo que recibimos en Medjugorje, en Bosnia-Herzegovina. Salimos en el 2004; yo, por curiosidad y mi esposo un poco coaccionado y forzado. Regresamos completamente transformados.
La oración siempre la hicimos en familia, pero cuando los hijos se casaron, mi esposo comenzó a orar por su lado y yo por el mío. Sufrí mucho por esta situación porque tenía dificultad para orar sola. Pero después de que estuvimos en Medjugorje, vamos a rezar y meditar el Rosario todas las mañanas en el santuario que está a 200 m de nuestra casa. Rezamos una hora frente al Santísimo Sacramento e igual por la noche. Ayunamos miércoles y viernes, ¡lo cual era impensable hace unas semanas! Conversamos sobre los textos del día.
Durante más de 15 años fui adicta a una telenovela que seguía todos los días y todas las noches veíamos la televisión, desde las 7:00 hasta las 11:00 de la noche. De común acuerdo decidimos eliminar la televisión, que se nos había vuelto peor que una droga. De vez en cuando, la tentación acecha, pero digo: «¡María, ayúdame!».
Comprendimos que todas estas resoluciones tomadas en conjunto nos acercan más. Por nuestra parte, tratamos de dar testimonio de nuestra fe, pero es difícil enfrentarse al escepticismo de la gente y especialmente de los sacerdotes. Así que rezamos mucho por ellos. Aun así, ya son varias las familias que están listas para la próxima peregrinación.