«Ella es por su pureza inmaculada la Reina escogida por Dios mismo, la Reina amada por los ángeles que desde las alturas del Cielo reina sobre todo el universo de las almas y del mundo.
Por su título de "Madre de Dios", es la Reina de los doctores; por la fuerza de su alma, es la Reina de los mártires; por su justicia y amor, es Reina de todos los santos y de todos los predestinados.
Impregnada desde el primer momento de la luz radiante y vivificante del Verbo, plenamente despierta en su fe ardiente, su alma virgen llena de amor y pura se adentra con una mirada infinitamente más profunda y divina que la de los querubines y serafines en el misterio insondable de Cristo, del cual será Madre virgen y sin mancha.
Ella es el alma más amorosa y amada del Padre después de Jesús y, por tanto, la más magníficamente dotada de favores divinos. Con Ella, todos los ángeles y todos los santos reunidos son como si no estuvieran, porque su presencia soberana llena el Cielo y la tierra.»
Marta Robin, Prends ma vie Seigneur (“Toma mi vida Señor”) del Padre Peyret, pág. 113.