La fe en la Providencia nace de una fe plena en el Dios creador: cuando Dios creó, no se retiró y alejó, sino que permanece presente en su creación. Catalina de Siena escribe:
«Consuélate, porque Dios ha provisto y Él proveerá para todos y su providencia no fallará. Cuidemos de recurrir en todo a María, abrazando la cruz...» (carta 267)*
La fe en la Providencia, por tanto, no es una creencia simplista de que todo irá bien. El cristiano sigue a Jesús hasta la cruz, con María. La doctrina sobre la Providencia se hace relevante en el contexto general de la enseñanza de Catalina de Siena, cuyo contenido es el siguiente:
Por nosotros mismos, pensamos en cosas limitadas. La fe en la Providencia nos recuerda la medida infinita de Dios. Por ejemplo:
– Las tentaciones son providenciales: nos hacen conocer la diferencia entre lo infinito y lo finito. Así, la gula atañe a los bienes finitos y me hace perder el sentido de Dios que es infinito. Otro ejemplo, soy tentado por el amor propio, que es finito y me aparta de Dios que es infinito.
– Las penitencias: lo importante es creer en la Providencia y abrazar la cruz (carta 267), es decir, aceptar todas las cosas (que vienen de Dios, con una apertura infinita) y no imponernos penitencias a nuestra medida (carta 64).
– Los encuentros son providenciales: son una oportunidad para ofrecer algo infinito a los demás, el amor de Dios (infinito), no un amor de miedo (que teme al castigo, finito), ni un amor de mercenario, sino el amor de Dios por sí mismo (infinito)**. Por eso es necesario recurrir a María (carta 267), para entrar en un amor espiritual, centrado en Dios.
Síntesis de Françoise Breynaert
Enciclopedia Mariana
* Lettere 267, Epistolario, U. MEATTINI [ed], S. CATERINA DA SIENA, Epistolario, Ediz. Paoline, Torino 1993. (no existe aún una edición crítica), pág.1293.
** Me refiero sobre todo al capítulo 56-63 del libro de los Diálogos