§1 Alma predestinada, pongo en tus manos un secreto2 que me ha enseñado el Altísimo. No lo he podido encontrar en libro alguno antiguo ni moderno3 . Hoy te lo entrego con la ayuda del Espíritu Santo. Con tal que:
–no lo reveles sino a las personas que lo merezcan por sus oraciones, amor a los pobres, vida mortificada, fortaleza en la persecución, celo por la salvación de las almas y desprendimiento universal;
– te sirvas para santificarte y salvarte. Porque la eficacia de este secreto depende del uso que hagas de él. ¡Cuidado, pues, con cruzarte de brazos! Mi secreto se te convertiría en veneno y vendría a ser tu condenación
–diariamente des gracias a Dios por haberte revelado este secreto, que no merecías conocer.
Al principio lo apreciarás sólo imperfectamente, dada la multitud y gravedad de tus pecados y el oculto apego que tienes a ti misma. Con el tiempo, a medida que lo vayas poniendo en práctica en la actividad de cada día, comprenderás su valor y excelencia.
§ 2 Pero, antes de satisfacer tu natural y precipitado afán de conocer la verdad, recita devotamente, de rodillas, el Salve, Estela Maris y el ‘Ven, Espíritu Creador, a fin de alcanzar de Dios la gracia de comprender y saborear este divino misterio...
San Luis María Grignion de Montfort, en El Secreto de María §1-2.
Y Enciclopedia Mariana