La Iglesia es fundamentalmente esposa y esta esposa tiene una sola palabra en la boca, un solo nombre, un solo programa: “¡Heme aquí!”. El "aquí estoy" permanente de las nupcias siempre presentes.
Pero sabemos bien que, en el plan de Dios, la Iglesia abraza o contiene, de derecho o de hecho, de deseo o ya realizado, la humanidad que se abre a Dios, que se da a Dios en su movimiento esencial —metafísico— de vuelta a su fuente: "heme aquí", es la humanidad tal como Dios la quiere.
Finalmente, este “aquí estoy” se extiende a toda la creación en su dependencia ontológica del Creador. Recordemos el texto de Baruc 3, 34-35: “Los astros brillan encantados en sus puestos de guardia, él los llama y le responden: ¡Aquí estamos!, y brillan alegres para su creador” (Ba 3, 34-35).
El femenino “aquí estoy” de Nuestra Señora, es decir, "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 38), se extiende a la Iglesia, a la humanidad y finalmente a toda la creación en la vocación esencial de esposa, disponible y entregada: "¡Aquí estoy!”.
La feminidad que nos revela este "aquí estoy" universal en amplitud y profundidad, en el corazón mismo de las cosas, es en definitiva la situación del ser creado ante su Dios creador.
Ella se define, existe, en relación con Dios que crea, salva, santifica y glorifica. Estamos en la raíz misma de su vocación querida por Dios: “¡Aquí estoy!”. No es primeramente —y esto es muy importante— una cuestión de sexualidad. Es una relación, la relación metafísica entre la Divinidad y la creación como Dios la quiere, como Él lo hace, aquí, en mí, en todas partes, siempre.
Esta feminidad de la que hablamos es una cualidad del ser profundo y universal, es una cualidad inmanente, fundamental y dinámica, enteramente orientada hacia su Creador que la hizo para él. Así, ya sea que lo pronuncie un hombre o una mujer, el bíblico “aquí estoy” tiene sus raíces primero en la feminidad fundamental del ser creado. La feminidad, nos dice de una vez, es la única vocación religiosa de toda la creación(1).
Padre Yves Fauquet, capuchino y uno de los comentaristas de la Biblia Chanoine Osty.
(1) Extractos de: Fauquet, Yves (2003) Voici et me voici dans la Bible (“He aquí y heme aquí en la Biblia”). París: Ediciones Anne Sigier.