Hoy jueves, día de los misterios luminosos, meditemos el 2º misterio luminoso (Jn 2, 1-5): las bodas de Caná, cuyo fruto es la confianza en María.
En Caná, Cristo convirtió el agua en vino, provocando una sobreabundancia de alegría. Este milagro anticipó la institución del sacramento de la Eucaristía en la tarde del Jueves Santo y abrió el corazón de sus discípulos a la fe. Fue gracias a la intervención de María, la primera de los creyentes. María también nos dice a nosotros, sus hijos: “Haced lo que él os diga”. La Santísima Virgen conoce perfectamente cada una de las carencias que oscurecen nuestra vida. Si le entregamos todo nuestro ser, ella sabrá ayudarnos a comprender la voluntad de Jesús sobre nosotros. Este primer signo tuvo lugar durante una fiesta de bodas, que nos recuerda la inmensa riqueza de la familia y del matrimonio.
Escuchemos en nuestro corazón a María, la que posee las llaves para conducirnos a Jesús, la que supo ocuparse de las preocupaciones y de la alegría de quienes estaban reunidos para una boda. Pidámosle que sea la Reina de nuestra familia.
Señor, tú que correspondiste a la petición de tu Madre en Caná, ¡haznos comprender cuán importante es confiarle nuestras vidas para que, bajo su impulso y fortalecidas por su ejemplo, sean plenamente fecundas!
Meditación propuesta por la cofradía de Nuestra Señora de Francia