4 de octubre – San Francisco de Asís († 1226)

Con María, ofrezcámosle todos nuestros sufrimientos a Jesús

Hoy martes, día de los misterios dolorosos, meditemos el primeo de ellos, la agonía de Jesús en el Huerto de los Olivos: “Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil” (Mt 26, 41).

Cualquiera que sea la enfermedad de nuestra alma, no nos desesperemos. Presentémosle a Jesús todos nuestros sufrimientos —incluidos los más secretos—, las angustias de nuestro espíritu, las heridas de nuestro corazón e incluso las enfermedades de nuestro cuerpo.

Digámosle, con sencillez y confianza, cuánto estamos luchando. El Corazón de Jesús no permanece insensible a nuestra naturaleza con la cual se ha revestido. No puede resistir a los que se entregan a él. Fue en el momento extremo del dolor, después de sentirse abandonado, rechazado por su Padre en Getsemaní, que Jesús hizo su supremo acto de abandono.

Si nuestro Cielo nos parece de hierro, si la desolación nos abruma y, ​​aunque pensemos que Jesús se ha alejado de nosotros, lejos de entregarnos al desánimo, arrojémonos en su Corazón y, como Él, digamos: “Padre, ¡em tus manos encomiendo mi alma y creo firmemente que nos salvarás!”.

 

Meditación propuesta por la Guardia de Honor del Sagrado Corazón con la hermana Bernaud 

La Guardia de Honor del Sagrado Corazón de Jesús es una devoción de la Iglesia Católica instituida por Sor María del Sagrado Corazón Bernaud, en la Abadía de la Visitación de Bourg-en-Bresse (Francia), en marzo de 1863. La Guardia de Honor practica la “Hora de guardia”, que consiste en elegir una hora y ofrecerla todos los días al Corazón de Jesús, uniendo la ofrenda de nuestra vida cotidiana a la ofrenda de la sangre y agua brotadas de la herida del Corazón de Jesús.

 

Suscribirse es fácil (y también darse de baja).
No lo dudes: suscríbete hoy. ¡Es gratuito!