27 de noviembre – 1er Domingo de Adviento – Francia, París: Medalla Milagrosa (1830)

El Adviento, una espera única en el mundo (I)

La Virgen María, cuando era niña, esperaba en medio de su pueblo Israel la venida del Mesías, que no fue anunciado por un solo profeta, sino por una gran cantidad de ellos que fueron completando sus predicciones, a través de los siglos.

María aguardaba en el seno de un pequeño pueblo, sacudido por la historia, que sobrevivió a todos los enfrentamientos con los imperios vecinos y que sería en el futuro el único pueblo resistente a la disolución del mundo antiguo, que conserva su identidad y guarda la certeza inquebrantable de ser instrumento de un destino eterno, de dimensiones mundiales.

Todos buscaban en la Escritura el tiempo de la venida del Mesías, anunciado precisa, pero misteriosamente por los profetas. Y la expectativa de la plenitud de los tiempos se había vuelto tan fuerte y precisa, en este período particular de la historia, que se cuentan más de cien candidatos a Mesías enumerados por los historiadores.

“Como el pueblo estaba a la espera” (Lc 3, 15), cuando apareció Juan el Bautista, todos le preguntaron: “¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?” (Lc 7, 19). Era una situación absolutamente única y este aspecto característico del cristianismo por sí solo es suficiente, según creen muchos estudiosos, para colocarlo completamente aparte en la historia religiosa del mundo.

 

Según las Hypothèses sur Jésus (“Hipótesis sobre Jesús”) de Vittorio Messori, Mame, 1978; págs. 47, 48, 51, 59.

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