24 de noviembre – Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo

“Tres avemarías fueron suficientes para vencer mis resistencias”

El 2 de junio de 1972, viajé “al dedo” a California con mi amigo Réjean. Esperaba encontrarme con gente de Jesús que vi en un reportaje de televisión en San Francisco. Cuando llegamos a Estados Unidos, unos policías nos llevaron de regreso a Quebec. Llegamos por la tarde a Drummondville, a una comunidad de jóvenes: los Apóstoles de Jesús a través de María.

Nos invitaron a la oración antes de ir a dormir. Después de algunos cantos religiosos, rezamos tres avemarías. Al primero, sonreí; al segundo, recé; en el tercero, lloré. El resto depende del Espíritu Santo. Los jóvenes siguieron hablándonos de Dios y respondiendo a nuestras preguntas. Su amor me quemaba por dentro, fuego divino que se extendía hasta lo más recóndito de mi persona. Paso a la fiesta de un Dios que se alegra conmigo, como con el hijo pródigo.

Tres avemarías bastaron para vencer mis resistencias, para celebrar mi reencuentro con el Hijo y su Madre. El dique de lágrimas cede bajo el peso de la gracia. No trato de esconderme, de huir o de entender lo que me está pasando. No digo nada, me dejo interpelar, unir, invadir por un amor ardiente, implacable, invencible. “Me has seducido, Yahvé, y me dejé seducir; me has agarrado y me has podido” (Jeremías 20, 7).

No fui el mismo después de este encuentro personal con Cristo, que me trajo de nuevo al mundo. Todo mi ser fue sacudido por la revelación de su amor incondicional. Él me ama más allá de lo que he hecho y de lo que no he hecho. De ahora en adelante, mi vida estará íntimamente ligada a su gracia que ensancha mi horizonte, orientándolo hacia una nueva primavera.

No más viajes “al dedo”, no más vida bohemia, drogas dañinas e incluso cigarrillos. Jesús me invita a ir más lejos. Para avanzar, me dirijo con decisión a María. Retomo la oración de los humildes, el Rosario, para no dejarla nunca hasta este día. Mi “sí” es una extensión del fiat primero de María en la Anunciación: “Hágase en mí según tu palabra” (Lucas 1, 38).

Extracto de la autobiografía de Jacques Gauthier, autor canadiense, En sa présence, (En su presencia) publicada en septiembre de 2022, en Francia, por Ediciones Artège y en Canadá por Novalis.

www.jacquesgauthier.com

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