2 de noviembre – Conmemoración de los fieles difuntos

Rezando el Rosario, mis dudas fueron desenredadas

Como en un jardín tranquilo y soleado, estar en la presencia de María y Jesús mientras rezo el Rosario me ayuda a encontrar consuelo, a no preocuparme, sino a tener confianza y a saber que mis oraciones son escuchadas, incluso si las respuestas llegan de forma inesperada.

Esta oración que nos acerca a Jesús y a María, nos infunde alegría y esperanza. Nunca debemos preguntarnos si somos amados por ellos o no, pues con cada pétalo de oración, cuenta tras cuenta, el amor del Hijo y de su Madre es palpable a través de los misterios del Rosario, cuando contemplamos cómo en cada parte de sus vidas se han dedicado a amarnos y a salvar almas.

Antes de comenzar a rezar el Rosario, a veces mi mente está llena de pensamientos, pero mis interrogantes, enmarañados como una zarza, terminan siendo desenredados por aquella que desata los nudos, a medida que recorro cada misterio. Tantas cosas en la vida son misteriosas. Esto está cuidadosamente ordenado por Dios, pero a veces sus caminos están más allá de nuestra comprensión

A pesar de todo, las verdades más esenciales están claras: estamos llamados a vivir una vida de fe, esperanza y caridad. Cada vez que rezamos el Rosario, vemos estas virtudes iluminadas en los misterios y comprendemos cómo las experiencias gozosas y dolorosas de la vida nos muestran el camino para imitar a Cristo, por intercesión de María, y así conducirnos a la gloria celestial. Como dijo Fulton Sheen(1), “el mismo sol sale cada mañana, pero crea un nuevo día”.

María está ahí para todas esas cosas, consolándonos a cada paso del camino. Cada cruz que llevamos nos ayuda a ver a Cristo y a su Madre bajo una luz diferente, haciéndonos conocer cada vez mejor al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María, y asociándonos con los misterios de formas nuevas.

Aunque el futuro me parezca incierto, la mano de María dirige el curso de cada día en la dirección correcta. Al rezar el Rosario, tenemos la seguridad de que nuestros pasos son los correctos, no tratando de caminar hacia adelante, sino en gracia, junto a quienes más nos aman.

Kathryn Sadakierski, escritora católica canadiense. Extractos de su artículo publicado en Catholic Exchange del 26 de julio de 2022.

Fuente (adaptada): www.catholicexchange.com 

(1) Prelado católico estadounidense (1895-1979), obispo auxiliar de Nueva York en 1951 y más tarde obispo de Rochester.

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