Me conmovió leer el testimonio de hoy en Un minuto con María, donde una señora cuenta cómo llegó a rezar el Rosario después de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, y yo también quisiera contar cómo comencé a rezar el Rosario en mi vida, ¡aunque esta historia es mucho más común!
Cuando nació mi hijo, yo había tenido problemas de salud, lo que me hizo volver a la oración pidiendo ayuda a la Virgen María. Una vez pasado el peligro, ¡ya no oré más!
Un día en la televisión se habló de un desastre en la India. Un residente le dijo a un reportero: “Va a ser necesario rezar mucho”. Su testimonio de fe, inesperado y en medio de los noticieros televisivos, en nuestra sociedad incrédula, me dio una fuerte motivación para orar, en unión con los creyentes de todo el mundo que rezan con fervor en situaciones angustiosas. Pero después de unos meses, dejé que la oración volviera a desaparecer de mi vida…
Luego, un día, leí el testimonio de una persona que había regresado de Medjugorje (Bosnia-Herzegovina), que rezaba diez avemarías todos los días por las intenciones de la Virgen María. Nuevamente, pensé que era muy bueno, muy sabio y esta vez traté de apegarme a ello. Entonces un amigo me sugirió que fuera y descubriera una reunión de los equipos del Rosario. Cuando me dijo que los miembros del Rosario se comprometían a rezar una decena de avemarías todos los días en casa, me di cuenta de que yo lo hacía ya desde hacía casi un año y que se lo debía a la Virgen María, ¡en agradecimiento por mi ¡curación! Y he sido feliz de mantener este rezo del Rosario durante siete años.
Agnes, testimonio recibido en la Asociación Marie de Nazareth, el 12 de diciembre de 2021.