6 de marzo – 1er Domingo de Cuaresma – Italia: Padua, Nuestra Señora de las Gracias (1630)

¡A nuestros rosarios y con María, en este tiempo de Cuaresma!

En este tiempo de Cuaresma, tiempo de descanso y renovación espiritual, cada bautizado está invitado a volverse más que nunca a la Virgen María, para contemplarla y seguir su ejemplo. Ella, María, que se mostró receptiva ante la llamada del Padre y dejó que su Hijo se encarnara en ella; ella, cuyo mayor anhelo es inspirar a sus hijos para que sean a su vez fecundos y misioneros.

Sí, la oración a María se adapta perfectamente a este tiempo de silencio, ayuno y comunión con los demás. Un tiempo en el que no siempre es fácil encontrar las palabras que ayuden al encuentro con Dios y al arrepentimiento, siendo tan fuertes los ruidos y las tentaciones de este mundo que tratan de impedir nuestra comunicación con él. He aquí una oración de Cuaresma compuesta por el padre Jean-Paul Hoch, sacerdote durante diez años en la República Centroafricana (1978-1988) y superior general de la Congregación del Espíritu Santo de 2004 a 2012, para ayudarnos a decir «sí» en toda circunstancia:

«Cuando nos llegue la hora de la decisión, María de la Anunciación, ayúdanos a decir “sí”. Cuando nos llegue la hora de la partida, María de Egipto, esposa de José, enciende en nosotros la esperanza. Cuando nos llegue la hora de la incomprensión, María de Jerusalén, infunde en nosotros la paciencia. Cuando nos llegue la hora de la intervención, María de Caná, danos la fuerza de la palabra humilde. Cuando nos llegue la hora del sufrimiento, María del Gólgota, haz que permanezcamos a los pies de aquellos en los que tu Hijo sufre. Cuando nos llegue la hora de la espera, María del Cenáculo, inspíranos con una oración común. Y cada día, cuando suene para nosotros la hora gozosa del servicio, María de Nazaret, María de los Montes de Judá, pon en nosotros tu corazón de sierva, hasta el día en que, tomados de tu mano, María de la Asunción, nos durmamos esperando el día de nuestra resurrección».

Y no olvidemos que el rezo del Rosario es un medio muy poderoso y fecundo para combatir diariamente las manifestaciones más sutiles del mal. Así que ¡a nuestros rosarios!, en este tiempo de Cuaresma, para encontrar la gracia de vivir el ayuno o cualquier otra forma de privación y alimentar nuestra fe, con la garantía de no salir de este desierto con las manos vacías.

Isabelle Cousturier

Adaptado de: Aleteïa

 

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