10 de junio – Italia: Nuestra Señora de San Lucas (1857)

“Ve a confesarte, ve a Misa y cómprate un rosario”.

En el año 2003, me decía “cristiano” pero no católico… Algo me molestaba de esta Iglesia Católica, aunque apreciaba al papa Juan Pablo II. Un día, estando en el ejército, juzgo, critico y sermoneo a un colega, fanático del "porno" de todo tipo....

Pero, pasó lo que tenía que pasar y yo mismo caí en esa trampa. Veía de todo: imágenes, películas y hasta "juegos" de carácter erótico... Cuando me jubilé en 2010, estaba al frente de un club deportivo; pero, como debía recorrer muchos kilómetros para llegar a los entrenamientos, me cansé rápidamente.

En marzo de 2013 me fui de vacaciones a un “club de vacaciones en Marruecos”. Allí, unos amigos me hablaron de la casa de la Santísima Virgen María en Éfeso... Extrañamente, eso me conmovió y de regreso a casa busqué los lugares de las apariciones marianas. Conocí Fátima y Lourdes, y descubrí que la Virgen también se había aparecido en París, en la calle del Bac... No lo pensé dos veces, fui, compré medallas y comencé a repartirlas.

Al volver de vacaciones, decidí poner fin a mi “carrera” como presidente y entrenador deportivo, para disgusto de los miembros del club deportivo del que yo era responsable. Todo eso me preocupó y entré en una especie de depresión...

Un día de agosto de 2013, estando en mi jardín, recé un avemaría. Allí tuve la sensación de estar abrumado de amor... Me volví loco, lloré y recé al mismo tiempo. Cuando llegué a casa, me apresuré a buscar en internet; no cosas turbias, sino oraciones.

Después me encontré con una oración recitada por Michael Lonsdale, "Quédate conmigo, Señor". Me sentí abrumado y lloré todas las lágrimas que cabían en mi cuerpo. En algún momento leí exactamente esto en una página de internet sobre el padre Pío: “¡Ve a confesarte, ve a Misa, cómprate un rosario!”. Más tarde, traté de encontrar ese texto, pero ya no estaba…

Con mariposas en el estómago, me fui a confesar un sábado por la mañana. Al día siguiente, asistí a una Misa celebrada por el sacerdote que me había confesado el día anterior. Lectura del Evangelio del día: "El regreso del hijo pródigo".

Entonces, decidí ir a pie a un monasterio ubicado a pocos kilómetros de mi casa. Por la tarde, feliz, recé mi primer Rosario. Ese día fue el 23 de septiembre de 2013, ¡fiesta de san padre Pío!

Para agradecer a Nuestra Señora, al padre Pío y a mi familia, de la cual dos miembros franciscanos rezaron por mí, en 2018, inicié mi camino para entrar en la Tercera Orden Franciscana.

Testimonio enviado a la Asociación Marie de Nazareth el 17 de noviembre de 2021.

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