Cuando era niño, mi familia rezaba el Rosario todos los días. En junio, mes del Sagrado Corazón de Jesús, rezábamos la “coronilla del Sagrado Corazón”. Esta versión reemplaza la oración del padrenuestro por la jaculatoria "Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo" y el avemaría por "Dulce Corazón de Jesús, sé mi amor". Usualmente terminábamos el Rosario rezando las Letanías de Loreto; pero, en junio, recitábamos las letanías del Sagrado Corazón.
La devoción al Sagrado Corazón y la oración del apostolado le fueron inculcadas a mi padre por sus maestros jesuitas en la India. Todas las mañanas, antes de ir a la escuela, mis papás nos hacían rezar el ofrecimiento de la mañana, que incluye las siguientes palabras: "Oh, Jesús, por el Inmaculado Corazón de María, ofrezco mis oraciones, mis obras, mis alegrías y mis sufrimientos de este día, a todas las intenciones de tu Sagrado Corazón...”. Habían puesto una imagen del Sagrado Corazón cerca de mi cama y, después, esta imagen me ha seguido en todas mis mudanzas.
Mons. Earl K. Fernandes, obispo de la diócesis de Columbus, Ohio, (Estados Unidos), The Catholic Telegraph, 9 de mayo de 2022.