La Orden de San Benito (OSB), más conocida como Orden Benedictina, fue fundada en el 529 por san Benito de Nursia (480-547), en Montecasino, en la región de Lacio (Italia).
El papa Benedicto XVI nos recuerda el carisma del fundador de la orden:
“Sobre las cenizas del Imperio Romano, Benito, buscando ante todo el Reino de Dios, sembró, quizás incluso sin darse cuenta, la semilla de una nueva civilización que había de desarrollarse, integrando los valores cristianos a la herencia clásica, por un lado, y a las culturas germánica y eslava, por otro. [...]
Benito indicó a sus discípulos como objetivo fundamental e incluso único de la existencia, la búsqueda de Dios: "Quaerere Deum". Sabía, sin embargo, que cuando el creyente entra en una relación profunda con Dios, no puede contentarse con vivir de manera mediocre bajo el signo de una ética minimalista y una religiosidad superficial. Comprendemos entonces mejor, bajo esta luz, la expresión que Benito tomó de san Cipriano y que resume en su Regla (IV, 21) el programa de vida de los monjes: "Nihil amori Christi praeponere": "No pongas nada por encima del amor de Cristo".
En esto consiste la santidad, propuesta válida para todo cristiano y que se ha convertido en una verdadera urgencia pastoral en nuestro tiempo, en el que sentimos la necesidad de anclar la vida y la historia en sólidas referencias espirituales.
Un modelo sublime y perfecto de santidad lo representa María Santísima, que vivió en constante y profunda comunión con Cristo. Invocamos su intercesión, junto con la de san Benito, para que el Señor multiplique, también en nuestro tiempo, el don de hombres y mujeres que, a través de una fe iluminada, testimoniada en vida, sean en este nuevo milenio sal de la tierra y luz del mundo”.
Extracto del Ángelus del papa Benedicto XVI, 10 de julio de 2005.
Ver también: Enciclopedia Mariana