Santa María Magdalena de Pazzi (1566-1589) hace su profesión carmelita en el convento de Santa María de los Ángeles, en Florencia (Italia). En esta época comienza a vivir una primera serie de experiencias místicas de rara intensidad: los “Cuarenta días”, hasta el 5 de julio de 1584. Éxtasis de dos a tres horas cada uno, durante los cuales conserva el uso del habla. Recibe locuciones, estigmas, diversas visiones, participación moral y física en la pasión de Cristo, revelaciones centradas en Cristo sufriente, etc.
Sus visiones (interiores) de la Virgen son variadas y ricas a nivel teológico y simbólico: “Me pareció ver a la Santísima Virgen en el Paraíso a la diestra de Jesús; parecía decirme con una sonrisa: «No tienes en cuenta el regalo que recibiste el día en que tomaste el velo»”.
Este regalo era la pureza de la Virgen que Jesús me había dado. Vi a la Virgen tan hermosa que no lo puedo expresar; (…) Vi que del seno de la Virgen María brotaban dos fuentes, una de leche, la otra de sangre. La de la leche se derramaba sobre todas las almas benditas del Paraíso; la de la sangre se extendió sobre todas las criaturas.
También vi a la Virgen decir estos versículos: “Un bello tema bulle en mi corazón; voy a recitar mi poema para un rey” (Sal 45,2); la palabra que sale de ella es Jesús, a quien ella dio a luz por nosotros. Y la Virgen dijo esto al rey, es decir, al Padre Eterno: «Vi que era una fuente inmensa, de la cual brotaban muchos surtidores de agua, esparciendo agua por todo el mundo y enviando torrentes de gracias»".
Tomado de Los cuarenta días (núms. 64-65 y 139).
Laurentin, Rene (2007). Diccionario de las apariciones.