4 de julio – Nuestra Señora Refugio de los Pecadores

“Mi alma glorifica al Señor” (II)

Pero este nuevo mensaje(1), “Conságrate a mí”, era extraño e inquietante. Yo aún no conocía la tradición de la consagración mariana, por lo que esta expresión me era ajena. ¿Qué podría querer decir? No estaba segura de querer saber, lo que revelaba la profunda inquietud que todavía sentía por María: la María real y no María como símbolo feminista.

Por un tiempo traté de descartar toda la experiencia como un producto de mi imaginación. Pero no pude evitar la forma en que ese pensamiento me sorprendió. Entonces, con desgana y muchas dudas, comencé a tratar de entender lo que se me pedía.

La consagración mariana, por lo que pude entender, era una práctica de consagrarse a Jesús a través de María, es decir, dar toda la persona. Se trataba de tomar a María como modelo y guía espiritual para crecer en la devoción a Cristo. Algunos de estos principios me parecieron intuitivos. Como madre, supe que el amor de María por Cristo y su devoción a él tenían un poder e intensidad únicos. Así yo podría aumentar mi propia fe y amor a Cristo siguiendo su ejemplo y guía.

La cuestión del papel de María como mediadora es más espinoso. ¿No es Cristo el único mediador entre el Padre y los hombres? Siempre sentí que cualquier devoción o atención explícita a María de alguna manera distraía o competía con mi amor a Cristo. Y ese fue mi error: considerar estos dos amores como rivales.

María no es mediadora de la misma manera que Cristo. María no es divina, no puede salvarnos y, sin embargo, fue elegida por Dios para desempeñar un papel único como portadora de Dios. Ella es el ser humano elegido para traer a Cristo al mundo y esto es, en efecto, un papel de mediador. Es a través de María que conocemos la Encarnación. María es, por consiguiente, mediadora entre Cristo y la humanidad, de modo a la vez análogo y distinto de la mediación de Cristo con el Padre. Nadie encuentra a Cristo por sí solo; el Evangelio es siempre transmitido por otras personas. ¿Y quién mejor para conducirnos a Cristo que su Madre?

Rine, Abigail (2018). Into the Deep: An Unlikely Catholic Conversion (págs. 163-165): Cascade Books (extracto traducido del inglés)

(1) Ver Un minuto con María del 3 de julio de 2022.

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