La Basílica de Nuestra Señora de Ceignac se encuentra en la localidad de Calmont, a una decena de kilómetros de Rodez, en Aveyron (sur de Francia). Este santuario espiritual de Rouergue ha sido dedicado desde hace mucho tiempo a la Virgen María.
Los historiadores han atribuido la fundación al mismo san Marcial, cuando vino a evangelizar a Rouergue, pero no tenemos pruebas de esta fundación. Por otro lado, tenemos el relato del caballero de Rudelle, párroco de Ceignac en 1823, retomado en 1890 por el Père Drochon, que damos aquí:
«La tradición común (…) nos dice que, hacia el año 1150, había en Hungría un príncipe palatino ciego, muy devoto de la Santísima Virgen, a quien a menudo invocaba en una capilla donde constantemente encendía siete velas ante su imagen.
Mientras rezaba una tarde a los pies de la Virgen María, Ella se le apareció y le preguntó qué quería. Él respondió que le gustaría recuperar la vista: "Estoy dispuesta a concedértelo", respondió la Santísima Virgen, "pero no en este lugar: ve al reino de Francia, a una capilla santa, construida y consagrada en mi nombre, cerca del pueblo de Rodez, en el bosque llamado ‘des Monts’, entre los ríos de Aveiron y Viaur; ahí responderé a tus oraciones".
El príncipe partió por el mar Adriático y una tormenta le hizo perder parte de su gente. Luego cruzó a pie los montes del Languedoc hasta la Capilla de los Monts, donde, después de haber saludado a la Santísima Virgen, hizo celebrar la Misa.
Ahora bien, durante la celebración, recibió tres gracias extraordinarias: la primera fue la recuperación de la vista, durante la elevación del Santísimo Sacramento; la segunda fue la cura de las fiebres que padecía; y, la tercera, que no parece menos milagrosa, fue encontrar de manera totalmente inesperada a sus marineros que se habían dispersado en el mar».