Con los siguientes pasajes de El Evangelio tal como me fue revelado de María Valtorta* sobre el entierro de san Esteban, descubrimos la gran prudencia y sabiduría de la Virgen María en este año 32, cuando comienza la persecución a la Iglesia naciente. En efecto, mientras los apóstoles están dispuestos a ofrecer su vida como mártires siguiendo a Esteban, María da su opinión:
“Pero los más sabios, es decir Lázaro y Nicodemo, señalan a Pedro y Santiago, hijos de Alfeo, que la Iglesia tiene todavía muy pocos sacerdotes de Cristo y que, si los más importantes, es decir, el pontífice Pedro y Santiago, obispo de Jerusalén, fueran asesinados, a la Iglesia le resultaría difícil sobrevivir.
Y terminan: “Dispérsense también por Judea y Samaria. Busquen allí seguidores, muchos otros pastores y, desde allí, deben ir por toda la Tierra, para que, como pidió Jesús, todas las naciones conozcan el Evangelio”.
646.4 Los apóstoles están perplejos. Miran a María como si supieran lo que piensa al respecto. Y María, que comprende esas miradas, dice:
"Ese es un buen consejo, síganlo. Esto no es cobardía, sino prudencia. Jesús les enseñó: «Sed sencillos como las palomas y astutos como las serpientes. Os envío como ovejas entre lobos. Cuidado con los hombres…”.
Santiago la interrumpe: «Sí, Madre. Pero también dijo: «Cuando caigáis en sus manos y seáis llevados ante los que gobiernan, no os preocupéis por lo que tendréis que responder. No seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros y en vosotros». Por mi parte, me quedo aquí. El discípulo debe ser como el Maestro. Él murió para dar vida a la Iglesia. Cada una de nuestras muertes será una piedra añadida al gran Templo nuevo, un aumento de vida para el cuerpo grande e inmortal de la Iglesia universal. ¡Que me maten, si quieren! Viviendo en el Cielo, seré más feliz, porque estaré al lado de mi Hermano y aún más poderoso. No le temo a la muerte, sino al pecado. Renunciar a mi lugar me parece imitar el gesto de Judas, el perfecto traidor. Este pecado, Santiago, hijo de Alfeo, nunca cometerá. Si tengo que caer, caeré como un héroe en mi puesto de combate, en el lugar donde Él me quiere”.
María responde: « Yo no entro en tus secretos con el Hombre-Dios. Si te él da esa inspiración, síguela. Solo Él, que es Dios, puede tener el poder de mandar. A nosotros solo nos toca obedecerle siempre, en todo, para hacer su voluntad ».
Fuente: https://valtorta.fr
*María Valtorta (1897-1961) es una mística italiana miembro de la Orden Terciara de los Siervos de María y autora de escritos espirituales. A ella le debemos los diez tomos de El Evangelio tal como me fue revelado; verdadera “autobiografía celestial”, por decirlo de algún modo.