Edel Quinn, nacida en 1914 en Kanturk, condado de Cork (Irlanda), sintió el llamado a la vida religiosa a una edad temprana, pero su precaria salud se lo impidió. A la edad de 20 años, se alistó en la Legión de María, en Dublín, luego se convirtió, en 1936, en delegada de la Legión en África. Encontró grandes dificultades en este trabajo pionero, pero siempre se mantuvo alegre y nunca se quejó.
Aunque muy probada, especialmente por la lucha contra la tuberculosis que padecía, aportó a su labor una fe absoluta en el amor de Dios y una confianza ilimitada en la solicitud maternal de la Santísima Virgen María. Cuando otros dudaban, su respuesta era invariablemente: "¿Por qué no podríamos confiar en Nuestra Señora?". Aunque trabajaba sola y constantemente acosada por la enfermedad y el agotamiento, logró establecer varios cientos de capítulos de la Legión y movilizó a miles de africanos al servicio de la Iglesia.
Después de ocho años de heroico trabajo, Edel murió en Nairobi, el 14 de mayo de 1944, con solo 36 años. Su proceso de beatificación se inició en 1956. El 14 de diciembre de 1994, el papa Juan Pablo II, en una asamblea especial de cardenales y otros miembros de la Congregación para las Causas de los Santos, hizo esta solemne declaración: “Es un hecho que la Sierva de Dios Edel Mary Quinn, virgen laica de la Legión de María, practicó en grado heroico las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad hacia Dios y el prójimo, así como las virtudes cardinales de la prudencia, justicia, templanza y fortaleza”.