Sólo a María Dios ha dado las llaves de los sótanos del amor divino y el poder de entrar en los caminos más sublimes y secretos de la perfección, y de conducir a otros a ellos.
Es María sola la que da entrada en el paraíso terrenal a los pobres hijos de Eva la infiel, para andar allí apaciblemente con Dios, esconderse con seguridad de sus enemigos y alimentarse deliciosamente y sin temer ya la muerte del fruto de los árboles de la vida y del conocimiento del bien y del mal, y beber a grandes tragos de las aguas celestiales de esta hermosa fuente que allí brota abundantemente.
O, más bien, ella misma es este paraíso terrenal o esta tierra virgen y bendita de la que fueron expulsados Adán y Eva, los pecadores: ella solo da entrada a su casa a los que quiere para hacerlos santos.
San Luis María Grignion de Montfort, Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen, § 45.
Y también: Enciclopedia Mariana