Los lugares donde María se encuentra con los hombres son una manifestación particular de su maternidad, como lo son también las casas donde ella vive, las casas donde se siente una presencia particular de la Madre. Estos lugares y estas casas son muy numerosos. Y son de una gran variedad, desde los más sencillos oratorios instalados en las casas o a lo largo de los caminos, donde resplandece la imagen de la Madre de Dios, hasta las capillas e iglesias construidas en su honor.
Hay, sin embargo, algunos lugares donde los hombres sienten la presencia de su Madre de manera particularmente vívida. A veces, estos lugares irradian su luz ampliamente, atrayendo a personas de lejos. Su influencia puede extenderse a una diócesis, a una nación entera, incluso a varias naciones o continentes. Así son los santuarios marianos.
Resuenan con una fuerza muy particular estas palabras de la liturgia: "Tú eres el orgullo de nuestra raza" (cf. Judit 15,9), y también estas: "Cuando nuestra raza fue humillada, interviniste para evitar nuestra ruina, actuando resueltamente bajo la mirada de nuestro Dios” (cf. Judit 13,20).