3 de abril – Italia: Nuestra Señora de la Cruz (1490)

Mientras pedaleo en mi bicicleta de rehabilitación, la Virgen me acompaña.

Es con gran placer que leo su mensaje diario (Un minuto con María: nota del editor) sobre la Virgen María. Es también gracias a ese mensaje que durante la Cuaresma fui a confesarme, ¡un sacramento que no había recibido en tres años!

Aquejado de esclerosis múltiple, no podía proyectarme al futuro, previendo una pérdida total de autonomía en unos años y, por tanto, planteándome una solución "radical" para no convertirme en una carga para mi familia...

Recibí por esta oscura idea una penitencia de diez Rosarios, explicándome el párroco que actualmente nuestro Señor tomaba sobre él el 50% de mis dolores. Esta penitencia me salvó la vida, porque habiendo repartido los diez Rosarios en el tiempo, aproveché los tiempos que dedico a mi rehabilitación para rezarlos. Y, desde entonces, no puedo subirme a mi bicicleta estática sin sentir una alegría ante la idea de rezar el Rosario mientras pedaleo...

Ahora, cuando estoy en mi bicicleta, la Virgen me acompaña y nunca me deja en todo el día. Y sin hablar de un milagro (no había pedido nada), me siento enormemente mejor y poco a poco recupero una mayor movilidad en la pierna y la mano que creía "muertas". Y hoy siento a mi lado la presencia de Nuestra Santísima Madre.

Testimonio de un lector francés enviado a Une Minute avec Marie en 2018

Suscribirse es fácil (y también darse de baja).
No lo dudes: suscríbete hoy. ¡Es gratuito!