El 8 de septiembre es también la festividad del Santuario de Nuestra Señora de Fresneau, en Marsanne, una pequeña ciudad francesa cerca de Valencia, en la Drôme.
Este santuario diocesano tiene sus raíces en la devoción mariana de los habitantes de Marsanne, devoción que data de finales de la Edad Media con una primera iglesia de Nuestra Señora en la que se le venera bajo la advocación de Nuestra Señora de la Consolación.
Este amor de la gente de Marsanne por la Virgen María encontró un nuevo ímpetu cuando la Virgen María intervino en favor de una joven ciega, sin madre e hija de un cantero de edad bastante avanzada. María le obtuvo la curación a cambio de la construcción de un oratorio, según anota el avemaría de Fresneau: “Quiero que aquí, en la hondonada de este valle, vengan en procesión las personas que amo. Y que una capilla construida en este lugar recuerde a las personas que deben orar a Dios”.
La devoción del pueblo cristiano se ampliará y fortalecerá tras el milagro, pero superará un nuevo umbral gracias a la audacia y perseverancia de Charles Bernardin de Montlisant, quien obtendrá —con el apoyo del Cura de Ars— la coronación de Nuestra Señora de Fresneau por parte del papa Pío IX en 1855, convirtiéndose así en la novena Virgen coronada en la Iglesia. El papa Pío IX será también quien construya el actual gran santuario inaugurado en 1856.
Monseñor Juan Cristóbal Lagleize inició la renovación del santuario con la restauración del pequeño santuario, cuyo altar recibió las reliquias de los santos Francisco y Jacinta de Fátima, estableciendo así un vínculo espiritual con Nuestra Señora de Fátima, cuyo centenario celebramos en 2016 y 2017.
Equipo de Marie de Nazareth
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