Rezar junto con mi esposo una decena del Rosario todos los días está cambiando nuestra vida. No drásticamente, sino poco a poco, pero es innegable.
No me gustaba el Rosario. Nunca supe si debía centrarme en el misterio, en la oración, en mis intenciones o en una combinación de todo eso. Lo veía más como una práctica de penitencia o porque mis padres me obligaban a rezarlo.
Pero, cada vez más, ante los problemas que naturalmente acompañan a nuestras ajetreadas vidas, a menudo nos damos cuenta de nuestra impotencia. Y aunque hay una especie de alivio al darnos cuenta de nuestras limitaciones, a veces nos vemos obligados a actuar, pero nos sentimos paralizados. Y como ambos sabemos cómo usar un rosario, pensamos que no nos haría daño.
Entonces decidimos incorporar una decena del Rosario a nuestra a nuestras actividades diarias. Desde que hicimos de esto una práctica —llueva o truene—, las cosas parecen estar mejorando: discutimos menos, somos más optimistas acerca de nuestras diferentes responsabilidades y estamos más en paz ante realidades a veces abrumadoras. No creo que se deba solo al poder del pensamiento positivo, ¡por poderoso que este sea! Creo que no es otra cosa que el efecto de la gracia de Dios.
A Dios le gusta que la gente se le acerque con las manos vacías y le ruegue y le diga: “No tengo nada, por favor dame de comer”.
Pasé gran parte de mi vida sin orar porque sabía que estaba orando mal, que me estaba concentrando demasiado en mis intenciones y no lo suficiente en Dios; que estaba distraída y que incluso, mientras pronunciaba palabras de alabanza y adoración, solo le estaba dando a Dios una décima parte de mi atención.
Aun así, no estoy segura de por qué esta vez decidimos no dejar que estas consideraciones nos detuvieran. Quizás porque en algún momento tenemos que hacer un balance y reconocer que somos impotentes. En otras palabras, hay que rezar el Rosario todos los días. ¡Nos damos cuenta de que ayuda! Hemos adquirido un ancla, una constante, un factor de estabilidad. Tenemos un motivo de esperanza, que va más allá de nosotros.
Simcha Fisher, 6 de agosto de 2021
Adaptado de: https://www.catholicweekly.com.au/simcha-fisher-why-not-try-the-rosary/