7 de noviembre – Iglesia Copta: Festividad de Santa Ana, Madre de la Virgen María

¡La concepción de María no solo fue obra de la naturaleza!

Cuando el invierno de la incredulidad estaba a punto de terminar, como dice el autor del Cantar de los cantares (cf. Ct 2,11), y las flores aparecieron en la tierra para hacer brillar la primavera de la salvación, y las sombras de la Ley comenzaban a retroceder y disiparse mientras el día de gracia comenzaba a respirar y aclararse, era necesario construir y preparar la cámara nupcial que iba a acoger al Señor, para que el Esposo, al entrar, se uniera a nuestra naturaleza y la desposara por su bondad (...).

Aunque Ana no engendró a la Madre de Dios sin unirse a un hombre (esto, de hecho, estaba reservado por todos los siglos para la Theotokos), ya que su útero era estéril e infértil y, por tanto, bajo este aspecto estaba muerto, ¿cómo podría un útero muerto producir la obra de los vivos, sin la presencia del Espíritu Divino, que "da la vida a los muertos y llama a las cosas que no son para que sean”? (Rm 4,17).

Por eso, de una mujer estéril nació esta niña completamente buena, de modo que su nacimiento no fue solo obra de la naturaleza, sino también de la sinergia del Espíritu Santo. Así, desde el principio, María se unió al Espíritu, fuente de vida: ninguna partícula de su ser salió a la luz sin la participación del Espíritu [...] Si, de hecho, es incomparablemente extraordinario que un útero virginal engendre, que un útero estéril y sin vida engendre, es también algo singular y extraordinario, obra del poder único de Dios.

Luego, después de haber nacido de una manera tan nueva, este tesoro y este don digno de Dios, elegido antes de los siglos y consagrado al servicio del extraordinario misterio de la encarnación de Dios, tuvo al Espíritu Santo por guardián y guía, por árbitro y honor y, en cierto modo, fue el encargado de preparar a la Esposa llena de gracia para Dios Padre, que la aceptó para convertirse en la Madre de su Hijo amado.

Teofanio de Nicea, “Discurso sobre la Madre de Dios”, § 30, en Gharib G. y Toniolo E., (editores; 2008). Testi mariani del secondo Millennio. 1. Autori orientali, pp.427-428 Roma: Città Nuova.

Y también: Enciclopedia Mariana

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