8 mayo – Italia, Pompeya: Nuestra Señora del Rosario (1875)

Dios nos ha dado a María para que sea nuestra mejor compañera

En el noviciado de los jesuitas me gustaban mucho las letanías de la Santísima Virgen y todos los nombres en latín que le cantaban nuestra admiración; y, por la tarde en pleno verano, frente a las últimas brasas de un fuego de leña, la "Salve Regina" y todas las voces de hombres que confiaron a la Madre de Jesús su arriesgado futuro con Él.

Salve Regina, Mater misericordiae!

Vita dulcedo et spes nostra, salve!

[¡Dios te salve! Reina, Madre de misericordia.

Vida, dulzura y esperanza nuestra, ¡Dios te salve!]

En la subida al Camino Nuevo, frente a esa magnífica vista de la ciudad de Lyon (Francia), en los albores de nuestra aventura comunitaria, tuve la certeza de estar acompañado y protegido por la que llamamos la Nueva Eva, la única que aplasta la cabeza de la serpiente. La Mujer que también se encuentra al final de la Biblia, en el Apocalipsis, sosteniendo al niño varón en sus brazos y deteniendo al enorme Dragón rojo.

En todo el mundo, en una cincuentena de países, se hace la misma observación: María, en las sesiones CANA1 para parejas, todavía hoy interviene discretamente para que Jesús renueve su milagro y cambie el agua del amor conyugal en vino de nuevos matrimonios.

A las puertas de Roma, con san Ignacio, celebrando Misa a mi vez en la pequeña capilla de la Storta (lugar fuertemente vinculado con la fundación de la Compañía de Jesús), la convicción de que María, Madre de la Iglesia, sigue con nosotros, que Ella "nos ponga junto a su Hijo" y que el papa Francisco, también jesuita y presente en este inolvidable 12 de noviembre de 2020, nos sea favorable y comprenda mejor que nadie nuestra llamada comunitaria a trabajar por la Unidad de los Cristianos.

Y ahora, en la tarde de mi vida, alegrías y certezas inquebrantables ante la ternura todopoderosa de Dios, Padre Nuestro, que nos dio a su Hijo Jesús como Salvador y a María para ser nuestra mejor acompañante.

 

1 La finalidad de las sesiones CANA es encontrar el tiempo para conversar y orar unidos, para vivir en pareja una etapa de perdón y curación, para disfrutar juntos los frutos del sacramento del matrimonio.

Padre Laurent Fabre, sacerdote francés fundador de la Comunidad del Camino Nuevo y su responsable hasta 2016.

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