2 mayo – San Atanasio, obispo de Alejandría, doctor de la Iglesia, † 373

María, concebida sin pecado, es la mediadora ideal

Mi relación con María la vivo en mi oración diaria de la mañana. Está organizada en cuatro partes: lectura de la Palabra, generalmente las lecturas del día, mi petición de perdón, mi acción de gracias y mis intenciones especiales.

En la lectura de la Palabra es Dios quien me habla: "Habla, Señor, que tu siervo escucha"(1 Samuel 3,10). En las otras tres partes, soy yo quien desea hablar con Dios. Me siento tentado a decirle: "Ahora escucha tú, Señor, ¡tu siervo está hablando!".

Por tanto, toda mi oración está dirigida a Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¿A cuál de estas tres personas de la Trinidad debo dirigir mi oración? Hablar directamente con Dios Padre es más difícil para mí que hablar con Jesús. Observo que las oraciones pronunciadas durante la Misa están siempre dirigidas a Dios Padre y todas terminan con la expresión: "Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor...".

Esta forma de orar se corresponde bien con lo que Jesús dice en el evangelio de san Juan: "Y todo lo que pidan en mi nombre, yo lo haré" (Jn 14,13). Así que esto es para mí una invitación a dirigir mis oraciones a Jesús, tanto más cuanto que Jesús es un verdadero hombre como cada uno de nosotros, aunque también es verdadero Dios: compartió nuestra condición humana, vivió como hombre, amó, lloró, oró y sufrió hasta el sacrificio de la cruz. Su condición divina me hace guardar cierta distancia y me hace dudar en confiarle directamente todo lo que quiero decirle.

Ahora, Jesús es nuestro hermano porque nos dio a su Madre: la Virgen María, totalmente mujer y, además, concebida sin pecado. Entonces, es la mediadora ideal. Por eso dirijo cada una de mis intenciones de oración a Jesús, pidiendo la intercesión de María. Al hacerlo, respondo a las últimas palabras de María a los niños de Fátima: “Recen el Rosario todos los días para que el mundo obtenga la paz...”. Y le dirijo implícitamente este estribillo, que me gusta mucho: “Oh, María, toma nuestras oraciones, purifícalas, complétalas, preséntalas a tu Hijo”. De esta forma, estoy seguro de que Jesús recibe toda mi oración, llevada y santificada por María, y que Él responderá según su justicia y su misericordia infinita.

Pierre Deschamps

Antiguo socio de una gran empresa de informática en Francia y expresidente de los Empresarios y Dirigentes Cristianos; bienhechor de varias fundaciones —entre ellas la Abadía Bassac— y fundador de la fundación familiar Capital Don; silvicultor y abuelo feliz de seis nietos

Febrero de 2021

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