Ahí donde hay dolor, sufrimiento, pruebas, el Corazón de Jesús está presente. Nadie está solo. El mensaje del papa Francisco nos recuerda que hay una manera de ayudar a quien lo necesita. Una forma de conectar con el Corazón de Jesús, su estilo y sus gestos, y que lleva a encarnar en la vida una misión de compasión por el mundo. Nos anima a acercarnos a este camino del corazón porque es capaz de acoger a "todos en la revolución de la ternura".
La devoción al Corazón de Jesús tiene una larga historia, desde el “corazón traspasado de Jesús” en el evangelio de san Juan, pasando por las revelaciones a santa Margarita María Alacoque en el siglo XVII y el posterior culto al Sagrado Corazón en el siglo XIX, hasta la Divina Misericordia con santa Faustina Kowalska, a principios del siglo XX.
El papa Pío XII incluso escribió una encíclica sobre el Sagrado Corazón, Haurietis aquas (1956). A lo largo de la historia ha habido diversas inculturaciones de esta devoción, en diversas formas y lenguajes, pero siempre para que el Padre nos revele en toda su profundidad el misterio de su amor a través de un símbolo privilegiado: el corazón vivo de su Hijo Resucitado. Porque "el Corazón de Cristo es el centro de la misericordia", dice el papa Francisco.
En 2020 celebramos el centenario de la canonización de santa Margarita María Alacoque, la cual tuvo lugar el 13 de mayo de 1920 por parte del papa Benedicto XV. Con la ayuda del padre Claude La Colombière, jesuita, ella dio a conocer el mensaje que el Señor Resucitado le reveló sobre la profundidad de su Misericordia. En 1688, seis años después de que el padre La Colombière la asistiera, sor Margarita María tuvo una visión final en la que, a través de la Virgen María, el Señor confiaba a las Hermanas de la Visitación y a los Padres de la Compañía de Jesús la tarea de transmitir a todos la experiencia y comprensión del misterio del Sagrado Corazón.
Adaptado de: Zenit