Para san Ignacio de Loyola, Cristo resucitado se aparece a María como a quien representa y recapitula en sí misma a toda la Iglesia. Le ofrece –repitámoslo– un espacio virginal e inmaculado donde su cuerpo glorificado se puede manifestar sin obstáculos.
Él encuentra en ella su cuerpo glorificado. Puede comunicarle la totalidad de la salvación y la gracia para que, asociada a su obra de salvación desde la Encarnación, ella pueda convertirse, después de haber participado de la manera más cercana en su pasión, en su perfecta colaboradora en la misma difusión de los frutos de la Redención. En otras palabras, Cristo hace que ella personifique la figura de la Iglesia como mediadora de toda gracia. El Señor, de hecho, no quiere hacer nada sin la ayuda y sin la mediación de su Esposa, la Iglesia.
I.-M. Hennaux, S.J.
Tomado de: En apparaissant à la Vierge Marie, le Christ ressuscité a fondé son Église (“Al aparecerse a la Virgen María, Cristo resucitado fundó su Iglesia”), Nueva revista teológica, tomo 126, núm. 1, enero-marzo de 2004, p. 46
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