El 10 de octubre, mi hijo de 22 años iba en bicicleta con su hermana. Mientras tomaban un pequeño descanso, mi hijo se desmayó y se rompió la clavícula. Fue trasladado de urgencia al hospital y los médicos querían operarlo para repararle la clavícula. Sin embargo, sospecharon que una enfermedad cardiaca fatal podía ser la causa de su desmayo.
Debía verlo un cardiólogo para determinar qué problema tenía en el corazón y establecer los posibles riesgos de una operación de la clavícula.
Sobra decir que tomamos el cielo por asalto con nuestras oraciones, junto con todas las personas a las que pudimos contactar. El sábado siguiente, antes de la Misa de la mañana, vi un excelente video titulado “La increíble historia de Nuestra Señora de la Oración: las apariciones de Nuestra Señora de L'Île-Bouchard”. Allí supe que las niñas le habían pedido a la Virgen María una "señal" para probarles a los demás que realmente se les había aparecido. Nuestra Santa Madre les dio una. Pensé que yo también podría pedirle a Nuestra Señora que me hiciera saber de alguna manera que mi hijo se iba a curar. Le pedí que se asegurara de que no hubiera duda de que la señal venía de su parte.
Después de la Misa del sábado por la mañana y del Rosario, recé una “novena volante” (como hizo santa Teresa de Calcuta: nueve Memorares a modo de petición y un décimo para agradecer a María, con la confianza de ser escuchada). La recé frente a la estatua de Nuestra Señora de Fátima, confiando nuevamente todo a nuestra Santa Madre.
A mi regreso a casa me encontré con una de mis amigas. Llevaba una maceta de pequeñas rosas amarillas en sus manos y me saludó diciendo: “¡Nuestra Santa Madre quería que te las trajera!”. Entre las flores había una pequeña tarjeta que decía: "Cuando las vi, supe de inmediato que Nuestra Señora quería dártelas. No te preocupes, ¡Jesús, José y María se encargarán de todo!”.
La respuesta fue clara: ¡nuestra Santa Madre nos estaba ayudando! Mi hijo fue operado el 22 de octubre por un excelente cirujano y todas las pruebas confirmaron que su corazón estaba sano. ¡Cuán bendecidos somos al tener una Madre que nos ama tanto! Pide con confianza las gracias a nuestra Santa Madre que es tan buena y amorosa con nosotros, sus hijos.
Testimonio de Marilyne, una lectora canadiense de Un minuto con María, marzo de 2021