Para ir tras tus pasos, con mi paso tan vacilante,
por favor, Bernardita, préstame tus pies.
Para mí son un símbolo del sentido común,
del espíritu de pobreza y de sencillez.
Y tú sabes que esto me falta,
por favor, Bernardita, préstame tus pies.
Ibas a recoger la leña para encender el fuego
que une y consuela a los hombres.
Para que yo también pueda dar calor
a quienes buscan una sonrisa o una palabra, silencio o apoyo,
por favor, Bernardita, préstame tus pies.
Y si son demasiado pequeños,
que ellos me vuelvan modesta.
Que pueda seguir adelante sabiendo que estoy limitada por mis pequeños pasos,
mis caídas y relevos,
por favor, Bernardita, préstame tus pies.
Para seguir el camino de la confianza de María,
descubrir el Agua Viva que se ofrece a los sedientos,
sentarme a la mesa donde Jesús nos invita
para compartir su palabra y su pan,
por favor Bernardita, préstame tus pies.
Para ir al Padre que me espera y me ama,
para entrar en la fiesta al final del camino,
después de haber andado cargando mis alegrías, mis penas,
mientras te pido que me des la mano,
por favor Bernardita, préstame tus pies.
Poema de María Luisa Pierson, tras una peregrinación a Lourdes, a raíz de la muerte de su sobrina Marie Bernadette. El poema se divulgó más tarde entre los peregrinos de Lourdes.