18 febrero - Tercera aparición de Lourdes - Santa Bernardita (sólo en Francia)

Cuando Bernardita se confía a la Virgen María

Los inicios de la vocación de Bernardita son precisamente los de un “camino extraordinario”. Sin embargo, toda su vida, desde que terminaron las apariciones y entró a la vida religiosa, fue un “camino ordinario”. Al no tener la menor propensión a la introspección, Bernardita nunca se analizaba a sí misma y apenas confiaba. Sin embargo, en su pequeño diario encontramos notas como esta dirigida a la Virgen María: “Oh, Madre mía, toma mi corazón y sumérgelo en el corazón de Jesús”, o esta afirmación ardiente: “Jesús, Dios mío, te amo sobre todas las cosas”. Estas frases dicen mucho de una verdadera disposición mística ignorada por ella misma.

También escribe: “Lo importante no es hacer mucho, sino hacerlo bien”. Todas sus acciones darán fe de ello. Treinta años antes de santa Teresa del Niño Jesús, esta práctica del amor en las ocupaciones más cotidianas —aunque siempre ha sido recomendada en la vida cristiana— no es el canon de santidad más reconocido. El comportamiento de Bernardita, precisamente por su sencillez, a menudo confundía a quienes la conocían, a veces incluso a sus superioras.

Una de ellas, molesta por su sencillez un tanto burda, por su ausencia de misticismo y por su libertad interior, se niega a creer que la Madre de Dios la hubiera elegido y le pide una prueba. Bernardita entonces se levanta un poco su hábito y le muestra la llaga de su rodilla causada por la tuberculosis, a pesar de la cual ella seguía trabajando. Y añade: "Quizás esto". Su interlocutora se quedó sin palabras.

El último año de su vida terrena, 1879, será muy duro. Al sufrimiento físico se suma el de la noche de la fe. Bernardita experimentará los dolores de la duda interior. Triunfará de este calvario apoyada con todas sus fuerzas en una fe ciega, refugiándose en el seno de María, descansando a toda costa en el Corazón de Jesús y pidiendo su gracia para permanecer fiel.

Equipo de Marie de Nazareth

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