Sin duda fue el Espíritu Santo, por intercesión de María nuestra Madre, quien inspiró a mis superiores capuchinos para que me mandaran a trabajar al Centro de Oncología Sir Anthony Mamo en Malta. Durante el confinamiento de marzo de 2020, comencé un viaje espiritual asombroso a este lugar de sufrimiento, esperanza y curaciones.
En este centro de oncología tuve la alegría de visitar la unidad de pediatría y la que atiende a adolescentes. En este tiempo de pandemia, cuando todos usan máscaras, el Señor me animó a bendecir a las personas con agua bendita. También descubrí en este servicio una rica tradición de rezar el Rosario todos los días: hacia las 5:00 p. m., niños y adolescentes con los papás y miembros del personal se reunían para rezar el Rosario frente a una estatua de la Virgen traída de Lourdes.
Realmente me conmovió la gran fe y amor con los que estas personas rezaban el Rosario. Hablando con las enfermeras del servicio, ¡supe que fueron testigos de grandes cosas que sucedieron gracias al Rosario! La paz de Cristo que se siente en esta unidad pediátrica es realmente impresionante.
Su gran amor al Rosario me convenció a unirme a ellos en la oración diaria de esta gran oración mariana. Mi otro colega capuchino hace lo mismo cuando yo no estoy trabajando en el hospital. Antes de comenzar a rezar el Rosario, lo ofrecemos por los pacientes con cáncer, sus familias, el personal del hospital que los ayuda y sus propias familias y comunidades, en Malta y en todo el mundo.
Muchos papás dieron testimonio del cambio en sus vidas mediante el rezo del Rosario. Una madre dijo: "Nunca antes había rezado el Rosario; pero ahora que estoy en este servicio acompañando a mi hijo, me siento atraída a rezarlo con ustedes todos los días. Cuando no lo rezo, a mi jornada le falta algo esencial".
Adaptado del testimonio del padre Mario Attard, OFM Cap, lector de Un Minuto con María, noviembre de 2020.