Un sacerdote católico alemán informó haber visto un día, en un lugar de honor, en la oficina del mariscal Hindenburg, una imagen de la Santísima Virgen. Como él no le ocultó su sorpresa, el viejo luterano le comentó: "Es que veo en la Santísima Virgen la encarnación de los valores humanos necesarios para mi vida".
¿Podemos imaginar una mejor definición de lo que María trajo al mundo?
A un mundo entregado enteramente al orgullo de la vida, María enseña la humildad de Belén; a un mundo dominado por el dinero, ella nos recuerda la pobreza de Nazaret; a un mundo tortuoso y lleno de mentira, ella aporta verdad y sencillez; a un mundo cada día más endurecido por el odio, ella le renueva su lección de dulzura; a un mundo impuro y vano, le ofrece el testimonio de su fecunda virginidad; a un mundo envejecido, ella le trae su eterna juventud.
H. Engelmann, extracto de su libro Yo perdí la fe, pág. 91.