29 de diciembre – Italia, Bra: Nuestra Señora de las Flores (1336)

Una oración poderosa que los padres de familia deberían rezar, dirigir y amar.

Cuando oramos con amor, buscamos elevar nuestro corazón y nuestra mente a Dios y, al hacerlo, damos una dimensión gloriosa a la vida doméstica. Como escribe san Pablo, la caridad todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta (cf. 1 Co 13,7).

Este «capítulo del amor», una de las lecturas más elegidas por las parejas para el sacramento del Matrimonio, nos deja entrever el amor que san José, como protector de Cristo y casto guardián de la Virgen, tiene por Jesús y su Santísima Madre. Para ser capaces de un amor como este, los hombres deben dar un lugar privilegiado al Rosario en su arsenal espiritual.

Sí, todos necesitamos a María para conocer mejor a Jesús. Un hombre necesita particularmente su intercesión, a través del Rosario, para crecer tanto en su masculinidad como en su paternidad espiritual.

En una de sus muchas interesantes conferencias, el beato Fulton Sheen (1) describe a nuestra Santísima Madre como a «la mujer que yo amo». Presenta a María en sentido figurado como «el sueño de Dios». Explica cómo Dios preexistió a su propia madre y «por eso trató de hacerla lo más perfecta posible». Inmaculada —«la nueva Eva»—, se convirtió en la Madre de Dios cuando era solo una niña, porque prometió, a través de un ángel, darle a Dios una naturaleza humana. Jesús, Dios encarnado, se hizo uno de nosotros y san José y la Santísima Virgen lo criaron creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres (cf. Lc 2,52).

Esta verdad de la Sagrada Escritura, entre muchas verdades de nuestro Señor y Salvador que dan testimonio de su vida, pasión, muerte y resurrección, se encuentra en los misterios del Rosario. Es una oración poderosa que los hombres y los padres de familia deben orar, dirigir y amar.

Gordon Bird, diácono, 22 de septiembre de 2021, para el boletín Catholic Spirit (diócesis de Saint Paul y Minneapolis en los Estados Unidos).

(1) El obispo Fulton John Sheen (1895-1979) fue un prelado católico estadounidense, obispo auxiliar de Nueva York en 1951 y ascendido a arzobispo in partibus en 1969. Es conocido por sus dones como orador y su notable presencia en los medios de comunicación.

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