Manuel Capetillo, exactor y torero mexicano, fue uno de los artistas más exitosos de las series de televisión de la década de 1980. Había «tocado fondo» después de una depresión tras el asesinato de un amigo. Como no había encontrado respuestas en tarots, horóscopos, esoterismo y en el dominio metafísico, se convirtió al catolicismo.
Una conversión que fue todo menos simple y fácil, dice el exactor, porque había incursionado en el esoterismo, hacía ya unos años, y había tenido que recurrir varias veces al sacramento de la Reconciliación.
«Yo era de los que decían, “¿de qué sirve confesarse con un sacerdote si Dios lo sabe todo?”. Pero, cuando el sacerdote me dio la absolución, sentí mi alma libre del pecado mientras mi corazón se llenaba de alegría y paz. Ese día mis ojos se llenaron de lágrimas de felicidad, pues había “renacido”», confió.
Esta conversión Manuel Capetillo la atribuye a la Virgen María, cuya llamada escuchó en momentos de oración y adoración ante Jesús Eucaristía. «Ella modeló mi corazón y curó mis heridas. Con la fuerza de sus enseñanzas, me arrodillé y me dediqué a rezar el Rosario, que rezo en familia, en todo momento».