Que la Santísima Virgen María sea Mediadora de todas las Gracias no es una doctrina nueva y el oficio y la Misa aprobados por el papa Pío XI son solo la confirmación oficial de una verdad que brota de la maternidad divina de María y de todo el plan de Dios en el orden de nuestra Salvación.
Esta festividad (…) proviene de toda la doctrina de la Iglesia, de la enseñanza de los santos y doctores. Basta nombrar, entre otros, a san Efrén, san Bernardo, san Luis María Grignion de Montfort, cuyo Tratado sobre la verdadera devoción a la Santísima Virgen es, en cierto modo, la magnífica ilustración de esta mediación universal de la Madre de Dios.
El título por excelencia de María, su gloria suprema, el principio de toda su grandeza y todas sus virtudes es su divina maternidad. Si la tradición de la Iglesia la llama Tesorera del Reino de los Cielos, Omnipotencia suplicante, Dadora de la gracia, Corredentora, Reina del Cielo y de la Tierra, etc., es por su maternidad divina. Pero el título que parece resumir mejor todos los demás y expresar más felizmente la misión de la gloriosa Madre de Dios, es el de Mediadora de todas las gracias, Mediadora de intercesión y, además, Mediadora de la dispensación y de la distribución de todas las gracias.
A esta doctrina se refieren estas palabras de los más grandes doctores y siervos de María: todo lo que corresponde a Dios por naturaleza, corresponde a María por gracia... Tal ha sido la voluntad de Dios, que quiso que recibiéramos todo a través de María. Todos los dones, virtudes, gracias del mismo Espíritu Santo, son dispensados por las manos de María, a quien ella quiere, cuando ella quiere, tanto como ella quiera...
Toda la liturgia mariana presupone o expresa la doctrina de María mediadora universal de todas las gracias.
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