Por su justicia y su amor, ella es la Reina de todos los santos.
Por su inmaculada pureza, ella es la Reina elegida por Dios mismo, la amada Reina de los Ángeles que reina desde las alturas del Cielo sobre todas las almas y mundos.
Por su título de “Madre de Dios”, es la Reina de los Doctores.
Por su fuerza de espíritu, es la Reina de los mártires.
Por su justicia y amor, es Reina de todos los santos y de todos los predestinados.
Inundada desde el primer momento por la claridad radiante y vivificante del Verbo, consciente por su fe ardiente, su alma virgen, amorosa y pura entra en una mirada infinitamente más profunda y más divina que la de los querubines y serafines en el insondable misterio de Cristo, del cual ella será la Madre virgen e inmaculada.
Ella es el alma más amorosa y amada del Padre después de Jesús y, por tanto, la más bellamente colmada por los favores divinos.
Tomado de: Peyret, R. (1991). Prends ma vie, Seigneur. La longue messe de Marthe Robin (Toma mi vida, Señor. La larga Misa de Martha Robin), p. 113, París: Ed. Peuple Libre DDB.
Y también para conocer a Marta Robin:
https://www.mariedenazareth.com/encyclopedie-mariale/les-grands-temoins-marials/aux-xx-et-xxi-siecles/marthe-robin-1902-1981/
https://www.notrehistoireavecmarie.com