El Concilio Vaticano II, en su constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium, estableció la cooperación de María en la Redención por su unión indisoluble con Jesús.
De la unión indisoluble entre María y Jesús por un solo decreto de Dios Padre, brota la doctrina de la colaboración de María en la salvación: María depende de Cristo, pero actúa con Cristo, unida a Él por un vínculo indisoluble.
–"Queriendo Dios, infinitamente sabio y misericordioso, llevar a cabo la redención del mundo…" (Lumen Gentium 52).
–María está "unida a él [a Cristo] con un vínculo estrecho e indisoluble" (Lumen Gentium 53).
Cooperación significa "estar con" de forma activa y operante. María estuvo presente con Cristo y está presente con la Iglesia porque, donde Cristo está presente, donde Cristo nace, María está presente; María está, por tanto, presente en particular en la Eucaristía y en el Bautismo.
La antropología es otro aspecto muy importante del Concilio Vaticano II: María da su libre consentimiento. Su consentimiento es gratuito. Y este consentimiento libre es necesario. El sí de María condiciona la Encarnación. Ella no es solo Madre de Dios, es también Madre del Salvador como tal, es un sí a Dios que salva, es un sí a la Encarnación en su intención salvífica.
F. Breynaert
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