El santuario mariano de Pontmain (Francia) y Japón conservan un asombroso vínculo espiritual, gracias a un antiguo rosario rojo de 26 cuentas, compuesto por solo dos decenas, también llamado la “Corona de los santos Mártires de Japón”.
“Incluso antes de la llegada del párroco, comenzamos a rezar el Rosario de los Mártires de Japón", escribe en su relato de la aparición Joseph Barbedette, uno de los cuatro pequeños videntes de Pontmain, lugar situado en el centro de Francia. Joseph escribió ese relato a petición de sus superiores. En efecto, impulsado por un gran fervor misionero que se extendió por Francia en la segunda mitad del siglo XIX, el padre Michel Guérin, párroco de Pontmain, había distribuido este rosario tan particular a todos los habitantes del pueblo y había pedido que se rezara todas las mañanas para pedir la paz y el regreso de los jóvenes que habían marchado al frente con motivo de la guerra contra Prusia. Hoy este Rosario ha caído en desuso, excepto en Pontmain y en Japón, donde aún se conserva la memoria de la aparición mariana y de los 26 mártires.
Para entender la historia del Rosario de los Mártires de Japón, tenemos que remontarnos a 1597, en el país del sol naciente, donde 26 cristianos —sacerdotes, religiosos y laicos, incluidos niños— fueron ejecutados en una colina en Nagasaki, por orden del taiko1 Hideyoshi Toyotomi. Fue el comienzo de un largo periodo de persecución contra los cristianos en Japón, que terminó al comienzo de la era Meiji en la década de 1860.
Más de dos siglos y medio después, en 1862, nueve años antes de la aparición de la Virgen María en Pontmain, los 26 mártires de Nagasaki fueron canonizados en Roma por el Papa Pío IX. Su fiesta está fijada el 6 de febrero en el calendario universal. La devoción a estos 26 mártires se extendió luego por toda Europa y, en particular, en Francia. En Bretaña, un sacerdote, el abad Hamet, incluso diseñó un pequeño rosario de dos decenas y compuesto por 26 cuentas de color rojo sangre; al que bautizó como “Corona de los santos mártires japoneses”.
Su uso está en auge y se extiende hasta Pontmain. Así ha llegado a los oídos del padre Michel Guérin, que se apresura a repartir los rosarios rojos a sus ovejas y a enseñar a los niños a rezar.
1) Alcalde del palacio
Adaptado de: Aleteia