María es la antítesis de Satanás porque Ella es quien aceptó, no solo la gracia que Satanás rechazó, sino el perfecto perdón que se le dio en el momento mismo de la creación de su alma.
Ella aceptó la pureza de su inmaculada concepción no solo como un regalo gratuito, sino como un regalo de misericordia, una gracia de perdón, porque, por derecho, habría sido incluida en la caída de los hijos e hijas de Adán.
Aunque no fue tocada por el pecado, fue perdonada más que cualquier otro. Ella fue objeto de un perdón de particular consideración, al ser apartada de la corrupción del género humano, no solo sin mérito alguno de su parte, sino incluso contra la ley a la que estaba sometida, siendo por tanto objeto de una excepción.
Canónigo Daniel Joseph Lallement (1892-1977), profesor de Metafísica en el Instituto Católico de Paris (1944-1963).