Las apariciones de la Virgen en Kibeho, Ruanda, comenzaron el 28 de noviembre de 1981 y terminaron el 28 de noviembre de 1989. Natalia Mukamazimpaka, una de las tres videntes de Kibeho recuerda:
“La Virgen me enseñó a rezar la coronilla del Rosario de los Siete Dolores porque dijo que se estaba gestando una tragedia para Ruanda. Nuestra Señora nos pidió cambiar nuestro estilo de vida, amar los sacramentos, hacer penitencia, rezar sin cesar el Rosario de los Siete Dolores por la conversión de los que se han apartado de Dios y ser humildes pidiendo perdón y perdonando”.
Mons. Agustín Misago, obispo de Gikongoro, diócesis de la que depende Kibeho, recuerda el asombro y la preocupación que generaron los relatos de los videntes:
"Ahora podemos decir que hubo una predicción del drama ruandés, pero recuerdo que el 15 de agosto de 1982, en la festividad de la Asunción, los videntes, en lugar de ver a la Virgen llena de alegría, fueron testigos de visiones, terribles y espantosas, de cadáveres abandonados en los montes de los que brotaban abundantes ríos de sangre. Nadie sabía qué significaban estas terribles imágenes. Ahora podemos rememorar los hechos y pensar que podrían haber sido una visión de lo que sucedió después en Ruanda, pero también en la región de los Grandes Lagos, donde corrió sangre, esto es, en Burundi, Uganda y la República Democrática del Congo".
El obispo de Gikongoro añade que el mensaje de la Virgen en Kibeho concierne a toda la humanidad: “Necesitamos una conversión completa para obtener mayor justicia. Vivimos en una situación de desequilibrio global, donde los ricos continúan haciéndose más ricos y los pobres cada vez más pobres. Es una situación vergonzosa que todos tendrán que valorar según su conciencia”.
Marie de Nazareth