El Acordaos también se conoce con el título de Memorare en su versión latina original. Hay varias traducciones, pero esta es la más común:
Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que hayan acudido a tu protección, implorado tu asistencia y reclamado tu socorro, haya sido abandonado de ti. Animado con esta confianza, a ti también acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante tu presencia soberana. No deseches mis humildes súplicas, oh Madre del Verbo Divino, antes bien, escúchalas y acógelas benignamente. Amén.
Como vemos, es una oración de total confianza en el poder de intercesión de María. Lo que en última instancia es solo justicia, porque ella es la madre, hija y esposa de Dios y Dios responde a todas sus peticiones. Quien dice esta oración se presenta humildemente ante la Virgen María, se reconoce pecador necesitado y, confiando en la misericordia de María, le ruega que le conceda un favor. Por esta razón, es bueno tener en mente una intención especial al decirla.
El padre Claude Bernard, sacerdote francés que popularizó esta oración en el siglo XVII, se dedicó con celo a predicar y ayudar a los presos y criminales condenados a muerte. Confiando sus encargos al cuidado e intercesión de la Santísima Virgen María, el padre Bernardo usó a menudo el Acordaos en su apostolado de evangelización, con gran éxito. Muchos criminales se reconciliaron con Dios a través de sus esfuerzos. Incluso hizo imprimir más de 200,000 folletos con el Acordaos en varios idiomas para poder distribuirlo ampliamente.
Al padre Claude Bernard le gustaba mucho el Acordaos porque decía que, gracias a esta oración, él había sido curado milagrosamente de una enfermedad grave. Sintiéndose indigno de tal milagro, atribuyó su curación primero a una causa natural; pero un hermano agustino le confió que la Virgen se le había aparecido para decirle que la curación se debía a su intercesión. El padre Bernard luego pidió perdón a Dios por su falta de fe y gratitud.
Adaptado de un artículo del padre John Flader para el Catholic Weekly, 27 de agosto de 2020.