Como a menudo lo subrayara el papa san Juan Pablo II, nos encontramos con que “la comparación Eva/María vuelve constantemente durante la reflexión sobre el Depósito de la fe recibido de la Revelación divina. Este es uno de los temas frecuentemente retomado por padres, escritores eclesiásticos y teólogos. Por lo general, de esta comparación surge una diferencia o una oposición. Eva, madre de todos los vivientes, es testigo del comienzo de la Biblia, que contiene la verdad sobre la creación del hombre a imagen y semejanza de Dios, y la verdad sobre el pecado original. María es testigo del nuevo comienzo y de la «nueva creación» (cf. 2 Cor 5,17)”.
Además, María, la primera redimida en la historia de la Salvación, es una "nueva creación": es la "llena de gracia" (Ibid). María es la Nueva Eva como Jesús es el Nuevo Adán. Esta verdad, tan esencial para el dogma mariano, es en palabras de san John Henry Newman "la gran enseñanza básica de la antigüedad cristiana" (Carta a Pusey).
El Concilio Vaticano II resumió el tema afirmando que, “como dice san Ireneo, «al obedecer [la Virgen María] se convirtió en causa de Salvación para ella y para toda la humanidad». Y, con Ireneo, muchos de los antiguos Padres afirman fácilmente en su predicación que «el nudo de la desobediencia de Eva se desató por la obediencia de María; lo que la virgen Eva atara por su incredulidad, la fe de la Virgen María lo desató»; y comparándola con Eva, llaman a María «Madre de los vivos» y muy a menudo afirman: «La muerte nos llegó por medio de Eva, la vida, por María» (Lumen gentium 56).
Según la imagen desarrollada por san Ireneo, el mal contraído en los orígenes es superado por un circuito inverso (recirculación): Cristo recupera a Adán, la cruz recupera al árbol de la caída, María recupera a Eva. Cada uno de los elementos estropeados en el momento de la caída se renueva de raíz. En el siglo XII, el título de "Nueva Eva" estaba vinculado a la maternidad espiritual de María a través de la recirculación.
Adaptado de : Aleteia