Al día siguiente de la Asunción, es decir del 15 de agosto de 2020, y hasta el 20 de agosto, el equipo de la peregrinación en carruaje tirado por caballos y a pie de la “M” de María, salió de la capital francesa y se dirigió a varias iglesias de la región de París, antes de seguir dejando por los caminos franceses su renovadora estela de fe, confianza y piedad mariana.
Hubo dos rutas de carruajes: una partió de Lourdes (ruta del oeste) y la otra del santuario de Nuestra Señora de La Salette (ruta del este). Los dos carruajes, cada uno con una gran estatua de Nuestra Señora de Francia, se encontraron en Pellevoisin (Indre) el 12 de septiembre de 2020. Así terminaron estos tres meses de un itinerario realizado bajo la mirada amorosa de Nuestra Señora, proclamada patrona principal de Francia por Pío XI en 1922, bajo la advocación de la Asunción.
En la primera bula de su pontificado, el papa Pío XI confirmó el solemne acto de consagración de Francia a María conocido como el “voto de Luis XIII”, que fue hecho el 10 de febrero de 1638 por el rey Luis XIII en su castillo de Saint Germain en Laye.
El sábado 15 de agosto de 2020, en la solemnidad de la Asunción, Mons. Michel Aupetit, arzobispo de París, consagró la capital a los Corazones Unidos de Jesús y María, desde la Basílica del Sagrado Corazón en Montmartre. La etapa parisina fue en cierto modo la cumbre de esta peregrinación popular sin precedentes.
Los dos grupos comenzaron su viaje el 1 de junio de 2020, en la festividad de María Madre de la Iglesia, habiendo recibido la bendición respectivamente en la gruta de Lourdes y en el santuario de La Salette. En total, el programa comprendía 104 días de peregrinación, más de 2000 km, a razón de unos quince kilómetros por día.
La fecha de la salida de la peregrinación, postergada un mes debido al confinamiento, coincidió providencialmente con el día del 40 aniversario del famoso llamamiento del papa Juan Pablo II: "Francia, hija mayor de la Iglesia, ¿eres fiel a las promesas de tu bautismo?” (1 de junio de 1980). Esta peregrinación pretendía ser "una humilde respuesta" a la pregunta de san Juan Pablo II.
Adaptado de Adélaïde Patrignani, Ciudad del Vaticano